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En la encrucijada (I). De la industria del conocimiento a la transformación de los sectores tradicionales

Primera entrega del artículo de Gerardo Cuerva, presidente de la Confederación Granadina de Empresarios y de Cámara Granada, en Ideal.

Nadie podrá evitar ya que la primavera de 2020 sea un mal recuerdo para cientos de miles de personas en Granada. Igual que en el resto del mundo, varias generaciones de granadinos recordaremos toda la vida aquellos días interminables en los que vivimos confinados en nuestras casas recibiendo noticias trágicas que hacían alusión a cientos de fallecimientos, a miles de contagiados y a la paralización de la economía.

Nadie podrá evitar esos recuerdos, pero en nuestras manos está evitar que lo ocurrido genere recuerdos aún más dramáticos que hablen de pobreza, desempleo y pérdida de riqueza de la provincia: sólo en los tres meses de confinamiento el número de empresas desaparecidas en la provincia se cuenta por miles y según un barómetro realizado por Cámara Granada el 52% de los empresarios no pueden asegurar que sus empresas sobrevivan a la crisis y un 10% creen, sencillamente, que no lo harán.

Esa es la encrucijada en la que estamos cuando escribo estas líneas recién anunciado nuestro pase a Fase 3: o adoptar decisiones audaces que lleven a Granada a reconstruir su economía con criterios sólidos propios del siglo XXI; o quedarnos definitivamente en el pasado, multiplicando el nivel de nuestro retraso económico.

Por supuesto, estoy seguro de que estamos a tiempo de optar por el primer camino, pero también creo que no es tan difícil que, una vez más, acabemos recorriendo el segundo, para desgracia de nuestros nietos y para bochorno nuestro.

Cámara Granada y la Confederación Granadina de Empresarios, instituciones que me honro en presidir, han trabajado a lo largo de las semanas del confinamiento en la elaboración de un Plan, Impulsa Granada, que incluye algunos ejes estratégicos básicos para la construcción de la Granada del futuro. Esos ejes se fundamentan en tres grandes conceptos: Granada y la industria del conocimiento, Granada y la modernización de sus sectores más tradicionales y Granada y la calidad de vida.

De los dos primeros hablaré en este artículo; del tercero, en la segunda parte que IDEAL publicará en siete días.

Que el impulso que Granada necesita debe fundamentarse en la llamada industria del conocimiento es algo que han defendido antes que yo quienes han pensado en Granada con profundidad intelectual y apasionado cariño por esta tierra en las últimas décadas: Jerónimo Páez, Gregorio Jiménez, Antonio Campos, Antonio Jara son algunos de los nombres que ahora me vienen a la memoria.

Desgraciadamente, como tantas veces, hemos sido incapaces de pasar de la teoría a la práctica. Ahora, sin embargo, la creación por parte del Gobierno de España y de la Junta de Andalucía del consorcio que ha de plasmar el proyecto del acelerador de partículas nos ofrece una oportunidad —como tal vez lo fue antes, pero en gran medida desperdiciada, el PTS— de cruzar ese abismo que separa los dichos de los hechos.

Cuando el proyecto se ejecute, Granada podrá convertirse en uno de los epicentros mundial de la alta investigación científica ligada a los materiales del futuro, a la ingeniería, a la construcción y a la energía.

Pero para ser ese centro internacional, Granada debe exigir a todas las administraciones a que se comprometan para que en esta provincia se dé lo que los anglosajones llaman un cluster, que no es sólo un conjunto de empresas, sino todo el ecosistema de profesionales, industrias auxiliares, empresas, instituciones de docencia e investigación, divulgadores o administraciones que trabajan en un determinado foco económico.

Que las empresas granadinas sabremos responder a esa posibilidad no tiene discusión; ahora bien, es obligación de las administraciones hacer de Granada la sede de todos los proyectos españoles y andaluces relacionados con esta iniciativa científica. Sólo así el acelerador de partículas cimentará nuestra nueva economía.

Y algo similar ha de ocurrir con los otros dos ámbitos de la industria del conocimiento que nos son propios: la investigación biosanitaria y las tecnologías de la información y la inteligencia artificial.

Lo diré de manera muy clara: si Granada quiere ser uno de los centros del sur de España para la investigación biosanitaria, todo proyecto de investigación biosanitaria andaluz, público o privado, debe ubicarse en Granada. Esa es la línea, muy acertada, en la que está trabajando –ahora sí— la actual dirección del PTS y en la que Granada no debe dar un paso atrás.

Y, de otro lado, si hoy por hoy tenemos en Granada una de las mejores Escuelas Universitarias de Ingeniería Informática, con prestigio global en ámbitos como la IA, debemos potenciar ese campo, dotándolo de más recursos.

La correcta reconstrucción de nuestra economía pasa por una sociedad inflexible: dependa de quien dependa, Granada, centro de la ciencia ligada a materiales, centro de la industria biosanitaria y centro de la investigación y el desarrollo en TIC e Inteligencia Artificial.

Sin embargo, todo ello no será suficiente para erigir un sólido entramado empresarial y económico post COVID-19. Y ninguna estrategia de futuro seria podrá hacerse al margen de dos sectores que han sido y serán esenciales para la vida de decenas de miles de granadinos: el turismo y el comercio.

Ni una nueva estructura económica se construye desde la nada, ni tendría sentido que Granada renunciara a una industria como el turismo que mueve y moverá miles de millones de euros.

Es una falacia propia de ideologías trasnochadas que podamos renunciar a ese potente recurso económico en el que somos líderes. Otra cosa es que debamos adaptar nuestro sector turístico y el comercial a nuevos tiempos, apostando por la calidad, por la sostenibilidad y por el valor añadido.

A principios de marzo, justo al comienzo de la pandemia, tuvimos que suspender una reunión que íbamos a celebrar en la Alhambra en la que delegaciones de distintas Cámaras de Comercio de Europa acudían a Granada para activar en España la red europea de Cámaras con patrimonio Unesco a la que Cámara Granada pertenece desde hace unos años. El objetivo de esa red es poner en marcha proyectos turísticos innovadores y de calidad ligados a sitios UNESCO y generar así un efecto arrastre en el sector.

Junto a esa iniciativa, Cámara Granada promueve otras en la misma dirección, como la que incide en la reducción de residuos y la sostenibilidad o la que propone la creación de proyectos turísticos adaptados para personas con discapacidad. Y al mismo tiempo, otras organizaciones como la Federación de Empresas de Hostelería y Turismo desarrolla ideas como La Huella Verde o las ligadas a las tapas como producto gastronómico de calidad.

Todo ello muestra empresas y recursos turísticos preparados para afrontar el reto de la transformación. Apoyarla e impulsarla es clave para nuestro futuro económico.

Y no me cabe la menor duda de que el comercio está también preparado para adaptarse a los hábitos y formas de pensar de un nuevo consumidor al objeto de garantizar su supervivencia.

Finalmente, no se me escapa la importancia de otros sectores: la construcción, el amplio ámbito de los servicios, la industria agroalimentaria y el resto del sector secundario. Su consolidación pasa igualmente por su transformación; pero, también, y de ello hablaré en la segunda parte de este artículo, por un tercer eje, la calidad de vida, que, con vocación de eslogan, he resumido reiteradamente con una frase: Granada, lugar para vivir.

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